La piedra que mató a Dios - S.J. Abarca

Discutir sobre si existe algún tipo de Ser Superior sobrenatural –Dios si se quiere- era algo innecesario hace unos tres mil años cuando se asumía popularmente que el mundo estaba plagado de seres sobrenaturales. 500 años atrás tal discusión hubiese sido considerada además como peligrosamente herética seguida de su respectivo castigo. Hace tan solo 200 años el asunto sobre lo sobrenatural se empezó a tornar en un tema ampliamente discutido y cargado de polémica por las opiniones de científicos y filósofos seculares. Es en los últimos 100 años –en nuestra época- gracias a la revolución informática y a la avalancha de material generado por una nueva generación de humanistas (sobre todo de Norte América y Europa), que todo el panorama finalmente ha cambiado al punto de que la pregunta “¿existe Dios”? ya no es ni siquiera válida. Debatir su existencia, aunque necesario, ya no es un asunto clave para los seres humanos, lo que realmente debemos preguntarnos en este siglo son dos cosas: ¿Por qué creemos en lo sobrenatural?, y, ¿Qué efecto tienen esas creencias en nuestras sociedades modernas?

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